Culleredo está habitado desde la prehistoria.
Del período neolítico quedan las huellas del megalitismo, cultura caracterizada por la construcción de monumentos funerarios: las mámoas, del latín mámula (mama), consistentes en un dolmen, muchas veces con corredor, que luego se tapa con piedras y tierra.
Se sabe por diversos estudios que en la zona de A Zapateira, abarcando buena parte de lo que hoy son las parroquias de Rutis y Orro, existió un importante complejo funerario de casi 40 mámoas, y, que, asimismo en el monte Xalo, donde se localizan piedras con cultos religiosos precristianos asociados ("Pedras Galladas", "Iglesia dos Mouros", etc.), perviven todavía restos profanados de estos monumentos.
Se cree, además, que dos caminos megalíticos atravesaban el municipio: uno, que desde Arteixo y Uxes iría hacia O Burgo, y otro que saldría de Elviña en dirección al Xalo.
En alguna de las mámoas excavadas se han encontrado ajuares funerarios, consistentes en fragmentos de sílex, hachas pulimentadas, etc.
Estos complejos funerarios tendrán una antigüedad de 4.000 a 6.000 años.
De finales de la Edad de Bronce es el puñal de "lengua de carpa" encontrado en la Ría do Burgo, pudiéndo fecharse en el siglo VII, ante de nuestra era. Sería un predecesor, pues, de los puñais de antenas, típicos de la cultura castrexa.
El hecho de haber sido encontrado en las aguas de la ría ha generado diversas teorías, como la del hundimiento intencionado, con un simbolismo ritual y funerario, por ejemplo; esto explicaría la ausencia de tumbas de esta época.
Es posible que las comunidades que labraron el puñal do Burgo ya habitaran en castros; de hecho, muchos de estos poblados, según las últimas dataciones, son contemporáneos de la época del puñal, aúnque el auge de la llamada cultura castrexa llegará con la Edad de Hierro.
Culleredo es muy rico en castros, existiendo más de una docena, habiendo aparecido en prospecciones hechas en algunos de ellos tégulas (tellas) y restos de cerámica.
La llegada de los romanos va a influir bastante en la vida de los pobladores de los castros, pero se dan dos casos contradictorios: la presencia de personas plenamente romanizadas, ejemplo de lo cual sería la estela funeraria encontrada en O Burgo: dedicada a los Dioses Manes, y en la cual el uso de dos nombre romanos por parte del difunto, Gaius Julius, indica una fuerte impronta romanizadora; mientras que conviven gentilicios y divinidades indígenas, como sucede en el caso de Sésamo: en el castro de San Cosme aparecieron dos aras votivas, dedicadas a la diosa guerrera y céltica Navia, por parte de un Ancetotu, perteneciente a la comunidad de los Sesmaci.
Igualmente en esta época se construiría la vía Per loca marítima, de Braga a Lugo, la cual, según algunos autores, atraviesaría el Ayuntamiento por las parroquias de Rutis y O Burgo.
De la dominación romana quedaron rastros en la toponimia, como Vigovidín (Vicus Vitinii = aldea de Vitinio), o un enterramiento, del siglo VI, en el lugar de La Hermida.
Probablemente, en este momento quizás se configuran parte de los actuales núcleos de población, como Orro, Vilaboa, etc., puesto que la política de los romanos era que los habitantes de los castros abandonaran éstos para vivir en los valles, donde podían estar mejor controlados militarmente.
De la época visigoda sólo quedó algún rastro en la toponimia, como Saíñas, en Rutis.
A partir del siglo IX Culleredo comienza a aparecer en los documentos, mencionandóse en éstos varias iglesias y lugares. El primero de ellos es del año 830, y cita las iglesias de Santa María de Conduzo (Rutis), San Pedro de Ledoño y Santaia de Carollo (Sésamo), subsistiendo esta última como Ermita, al menos, hasta el siglo XVII. Alguna de estas iglesias, como la de Conduzo y la de Carollo, pasarían luego a formar parte del patrimonio del primitivo Monasterio de Sobrado, por donación de sus fundadores, el conde Hermenegildo, la condesa Paterna y su hijo, el Obispo de Iria Sisnando, en el año 966. Se sabe que la iglesia de Carollo (Carolio en la documentación de la época) la compró Sisnando al cura Florencio, el primer sacerdote de Culleredo del cual se conoce el nombre.
Pocos años después, en 971, vuelven a hacer donación de las mismas iglesias, incluyendo además la villa de Orria (Orro). Esta donación sería confirmada, en fecha incierta, por los Reyes Ordoño y Ramiro y su madre, la Reina Teresa.
También en el siglo X aparece en la documentación Almeiras, donde vivían hombres de condición libre, en chozas, llamándosele en la documentación al lugar Alumenariis.
La toponimia cullerdense nos proporciona también muchos nombres de raíz germánica, aunque comenzaran a usarse en estos siglos: Alvite, Ternande, Sueiro, etc.
Existe la teoría de que Celas pudiera ser en estos siglos o bien un área de eremitorios, en los que vivirían eremitas cerrados en celdas, o bien existir un monasterio, del que no quedaron vestigios. Lo mismo sucede en el lugar de Ermita de Ternande, también en la parroquia de Celas; en la Hermida, en Culleredo, existiendo otra, que aparece en la documentación medieval, en Almeiras.
En el siglo XII aparece con fuerza en la documentación el llamado Burgo de Faro, seguramente ya existente en los siglo IX y X.. Importante núcleo urbano se ha dicho que a mediados del siglo XII sólo las ciudades episcopales, Allariz y O Burgo son los únicos enclaves urbanos en Galicia, en ellos se asentaron los templarios y la catedral de Santiago, instituciones eclesiásticas que tenían a partes iguales el lugar, y el monasterio de Sobrado, con muchas posesiones y rentas, entre ellas los Molinos de Acea de Ama.
A O Burgo de Faro llegaban barcos con mercancías y peregrinos del norte de Europa. Fue muy protegido por Alfonso VII y Fernando II.
En el siglo XII existía en O Burgo una cofradía de alfaiates (sastres) bajo la advocación de San Miguel, que sería una de las primeras de los reinos cristianos.
La fundación de la ciudad de A Coruña, a principios del siglo XIII, es el punto de inflexión que inicia el declive de O Burgo, aunque los Templarios siguieron potenciándolo hasta su desaparición, en el año 1312.
En esta época se construyen buena parte de las Iglesias cullerdenses existentes en la actualidad, y algunas ya no existentes, como la de San Pedro de Vilaboa o la de San Juan de la Choeira.
Desaparecidos los templarios, Culleredo se integrará totalmente en el alfoz de la ciudad de A Coruña, dependiendo de ella para todo. Incluso algunos de nuestros sacerdotes pertenecían a la Cofradía que agrupaba a los sacerdotes de la ciudad, la de Todos los Santos.
Sólo se producen algunos problemas con la pequeña nobleza local, los Becerras del Val de Veiga. Su patriarca, Martiño, emparentado con los Moscoso (futuros condes de Altamira), que tenía numerosos escuderos y hombres a su servicio, edifica la Torre de Celas, por la cual sostiene un pleito, a finales del siglo XIV; con la ciudad coruñesa. Esta fortaleza sería atacada, en la segunda guerra irmandiña, entre 1467 y 1469, siendo derrumbadas sus almenas.
También la toponomia aporta muchos nombres de época medieval: Donepedre (Domus Petrus = don Pedro), Vilaboa (Villam bonam), Vilaverde (Villa Viridii = vila de Viridio), etc.
Durante el Antiguo Régimen Culleredo comienza a señorializarse aunque el proceso se inició en el Medievo: Vilaboa (primero, en el siglo XV, de Gómez Pérez de las Mariñas, y en el XVI, de los Andrade, Marqueses de Sarria y Condes de Lemos) y Sésamo (tres cuartas partes del couto eran, en la Edad Media, del Monasterio de Belvís), que pasa por diversas manos, son parrroquias de señorío, mientras que las otras pertenecen al realengo, aunque algunos de sus lugares, como Vinseira Grande, en la parroquia de Celas (en el siglo XVIII era de María Benita Maldonado, señora de la Torre de Celas), fueran de señorío. También partes de Sueiro, Celas y Veiga eran del Conde de Altamira, pero pertenecían al realengo.
Jurisdiccionalmente las parroquias de Culleredo se incluyen, bien en la justicia del Val de Veiga, bien en la de A Coruña, aunque dependen del corregimiento de esta ciudad.
Las instituciones eclesiásticas que poseen bienes en Culleredo son los Monasterios de Sobrado y Cambre, los Jesuitas, el Convento de las Bárbaras coruñés, el Hospital Real de Santiago y la Colegiata de Santa María del Campo de A Coruña, entre otras. También los monarcas poseen diversos bienes, especialmente devesas.
La población, escasa en general, y mayoritaria en las zonas rurales, se dedica fundamentalmente al campo, aunque también aparecen en los documentos mercaderes, tejedores, sastres, herreros, carpinteros, canteros, taberneros, estanquilleros de tabaco, etc. En 1752 funcionaba ya la Feria de Peiro, y se contabilizan, a mediados del XVIII, 61 molinos en el Ayuntamiento, que indican que la industria harinera era de importancia.
Nacen también, en los siglos XVII y XVIII, las Cofradías religiosas: la del Santísimo Rosario y San Antonio de Padua eran las más numerosas.
Este pequeño florecimiento económico llevaró a que se arreglaran los frontis y las espadañas de muchas iglesias, y se compren muchas imágenes y piezas de orfebrería.
También, en la segunda mitad del siglo XVIII, se construye el camino de acceso a Galicia, que pasaba por O Burgo, Acea da Ama, Fonteculler y O Portazgo.
Algunos acontecimientos militares influyeron en la vida de nuestros antepasados, como la invasión inglesa de 1589, en la cual se destruiría el Puente de O Burgo y se saquearon muchas parroquias y iglesias: O Burgo, Vilaboa, Culleredo, etc.
En los siglos XIX y XX Culleredo se convierte en lugar de segunda residencia de la burguesía y hidalguía coruñesa, edificándose muchos pazos y casas de recreo, algunos de los cuales todavía perduran.
En 1875 se abre la vía de ferrocarril de A Coruña a Lugo, con estación en O Burgo; en 1922 se inaugura el tranvía eléctrico; en 1943 comienza a funcionar el ferrocarril de A Coruña a Santiago; a comienzos de los 30 inicia sus trabajos la factoría Cros y en 1963 se inaugura el Aeropuerto de Alvedro.
A finales del siglo XIX nacen las primitivas asociaciones de Socorros Mutuos, como La Humanidad, en Rutis y La Amparadora, en O Burgo, que sustituyen a las cofradías, ya que sus fines eran muy semejantes.
La gente se dedica, como en épocas anteriores, mayoritariamente a trabajar al campo. En el trabajo de mejora de los cultivos destaca Juan Lembeye y Lartaud, quien, desde su Pazo de Liñares, enseña a los labradores nuevas técnicas. Luego, la instalación de industrias en A Coruña, como la Fábrica de Tabacos, o la Cros en O Burgo, hace que muchos hombres y mujeres cullerdenses pasen a formar parte del proletariado. Surgirán diversos conflictos agrarios, por lo que la gente comienza a organizarse sindicalmente, primero en la anarquista Unión Campesina, y, un poco antes de la proclamación de la República, en la CNT, que tendría una gran implantación en el Ayuntamiento (incluso durante la República organiza una concentración de asociaciones en Vilaboa a la que asisten más de un ciento de ellas, y millares de personas). En este siglo XX florecen por todas las partes sociedades de socorros mutuos, de socorros de ganados, de agricultores, culturales, políticas, que hacen que el primero tercio del siglo XX sea muy activo en este aspecto.
Acontecimientos militares del siglo XIX afectaron a nuestros vecinos, como la llegada de los franceses, que, antes de la batalla de Elviña, saquearon varias parroquias y profanaron diversas iglesias, estando acampados en parte del territorio del municipio; o el levantamiento de 1846, durante el cual tanto las fuerzas realistas, que estuvieron acampadas varios días en las parroquias de O Burgo y Vilaboa, como las del Mariscal Solís, hicieron que Culleredo, nudo de comunicaciones, se viera especialmente afectado.
La Dictadura de Primo de Rivera apenas influye en la vida municipal. De esta época sólo podemos destacar el papel jugado por el alcalde Andrés Pan Vieiro, que instala bibliotecas en todas las parroquias.
La proclamación de la República, en medio de una tentativa de fraude por parte de los monárquicos, trae esperanzas. Se inician varios proyectos de construcción de caminos, fuentes, lavaderos, escuelas, alumbrado público, etc.
El triunfo del fascismo provoca una importante represión, siendo varios vecinos asesinados, fusilados, multados, mientras que otros, más afortunados, toman el camino del exilio.
El mundo de la enseñanza experimenta en el siglo XX una importante mejoría, existiendo más de 30 escuelas a finales de los años 30, y, en 1964 se inaugura, la Universidad Laboral.